¡Hola, hola!
A principio de este curso, uno de mis alumnos había perdido a su abuelo y, en cuanto fui conocedora de la noticia, tuve claro que tenía que tratar y trabajar ese tema en el aula con él y con todos sus compañeros y compañeras. ¿Por qué? Hoy lo quiero compartir con vosotros y vosotras.
A lo largo de estas semanas de confinamiento he estado muy atenta a las noticias, y el número de personas fallecidas desde que el Coronavirus entró en nuestro país no ha dejado de rondarme la mente. Tanto los medios de comunicación como los altos cargos políticos que no dejan de comparecer en televisión, envían constantemente sus condolencias a esas familias que han perdido a un ser querido, pero todas sabemos que no es suficiente. Es de las pocas cosas que se pueden hace en esta situación de distanciamiento social obligado, pero no es suficiente.

A raíz de este hecho, estos últimos días me he preguntado muchas veces cuánto sé sobre didáctica del duelo, y he descubierto que nunca me he formado específicamente en este campo, aparte de alguna pincelada que recuerdo de mis años en la Universidad. Aun así, hace tiempo que creo que la muerte es un tema muy importante que se debe trabajar en el aula y del cual, personalmente, a día de hoy solo he podido aportar nociones basadas en mi propia experiencia como persona que también ha sufrido la pérdida de alguien en el pasado, pero no es suficiente.
Por otro lado, estos días me están llegando algunos documentos con orientaciones y propuestas, además de estar documentándome por mi cuenta, y estoy viendo que hay muchas formas distintas de abordar el duelo y la muerte en el aula, y hoy quería compartir estos recursos que he recabado para que los puedas consultar. Os he destacado en color naranja aquellos recursos que me han llamado más la atención, pero eso no significa que sean más importantes que el resto.
A modo de conclusión, pienso en la muerte como esa fase de la vida en la que nuestro cuerpo deja de funcionar y se marchita, al igual que una planta cuando ya no tiene nutrientes y ha perdido su capacidad de vivir, comenzando así un proceso de abandono de su cuerpo porque ya no le sirve, ha caducado. En este aspecto, yo creo que, cuando nuestro cuerpo muere, nuestra alma es liberada y ya no tenemos la misma capacidad de conexión con el mundo que conocíamos, y por eso «desaparecemos» de la vida de nuestros seres queridos. Las personas ya no nos pueden ver, escuchar, tocar, sentir, ya no estamos presentes. Y esas personas empiezan a preguntarse por qué. Y es en ese punto, precisamente en ese, donde los y las docentes debemos tener las herramientas, la experiencia y la naturalidad suficientes para poder abordar el por qué se mueren las personas con nuestro alumnado que así lo necesita, y realizar una transición natural de emociones y sentimientos.
Espero que estos recursos os sean de utilidad y os puedan ayudar a realizar esta transición natural de la que os hablaba.
Un abrazo,
